La noche de San Juan es el momento más importante y mágico de todo el año para brujas, hechiceras y olvidados sortilegios. Es, además una noche cargada de energías y sensaciones. En este artículo trataremos de esbozar los orígenes de tan misteriosa y arraigada fiesta.
¿Cuál es la naturaleza y los orígenes de la noche de San Juan?
Los orígenes de la noche de San Juan se pierden en el propio imaginario humano. Distintos antropólogos han detectado determinadas concomitancias de antiguos ritos druidas y ceremonias pertenecientes a la religión pagana de la Wicca con determinadas celebraciones durante esta noche mágica de San Juan.
Ritos, ceremonias y acciones, todos ellos encaminados a la glorificación de la naturaleza. Ni siquiera la propia presión de la Iglesia católica será capaz, a lo largo de los siglos de socavar el profundo arraigo de estas celebraciones paganas.
Será la propia Iglesia quien, ante la imposibilidad de erradicar dicha costumbre pagana, adapte la celebración del solsticio de verano a la honra y el recuerdo de uno de sus Santos más venerados: San Juan, el evangelista.
Quizá una de las explicaciones más plausibles del origen y celebración de esta noche, desde tiempo inmemorial, pueda deberse a que en distintas culturas antiguas célticas y druídicas, los solsticios (en este caso nos referimos al que ocurre la propia noche de San Juan) eran considerados como noches de fuerte carga energética y aptas para distintos tipos de ritos, invocaciones y contactos con el más allá.
Se ha hecho especial hincapié, por parte de casi todos los estudiosos, en el solsticio que ocurre en durante la noche del 21 al 22 de junio. Incluso hay quien vincula la costumbre de las hogueras como una metáfora del sol durante la noche, a modo de amuleto contra la mala suerte y distintos tipos de suprecherías y creencias.
Albert Wricht, antropólogo de la Universidad de Oxford y experto en culturas antiguas europeas, ha señalado en uno de sus últimos estudios que la hoguera cobra un nuevo valor con la imposición del catolicismo.
En clara analogía de la hoguera y las llamas con el sol y éste, a su vez, con la figura del Dio católico. Se establece la analogía de la iluminación y la limpieza del alma a través del fuego purificador.
En la noche, el fuego, desde un punto de vista católico, es un símbolo de purificación, de dolor y de expiación de las culpas, frente a la luna llena que prevalece precisamente durante el solsticio de verano o litha, en la noche de San Juan. De esta manera las llamas suponen una iluminación respecto al pasado de la celebración.
Wricht establece que, en base a distintas pruebas, lo verdaderamente esencial para el origen de la noche de San Juan es el valor originario del acto pagano y la celebración: encaminado a glorificar no un Santo católico, ni siquiera el Astro Rey que calienta, reconforta y hace que germinen los campos.
La noche de San Juan…ritos y magia
Originariamente, en culturas antiguas con un calendario lunar, se glorifica el influjo de la luna. Este astro, a diferencia del Sol, es esencial para culturas antiguas. En su cenit de la noche del 21 al 22 de junio, la luna, protectora de antiguas creencias y sensibilidades, es quien rige la condición, el destino y la naturaleza de los hombres y las mujeres.
Es en esta noche cuando la luna, en nuestro hemisferio, más próxima está sobre la tierra. Es por tanto, también, cuando mayor influencia ejerce sobre personas, animales y mareas.
Parte de la magia, de lo misterioso y fascinante de esta noche es precisamente el influjo, no del sol, sino de la luna y su importancia en toda la cultura y conocimiento de antiguas religiones y formas de concebir el mundo.
Según Wricht y otros estudiosos, las hogueras son, en esencia, maneras de glorificar y santificar a una luna temida y venerada. De igual manera que el fuego de una vela glorifica a Jesús, el crepitar de las llamas glorifican la presencia lunar aquí, en la tierra y todo su misterioso e intenso influjo que en noches como las de San Juan, por su proximidad física, se hace aún más intenso y patente.
Sea como fuere, y pese a los diez siglos de influencia cristiana, la noche de San Juan es momento donde más fuerza adquiere lo mágico, lo misterioso, donde alejados de la oscuridad de los dogmas de fe, algunas personas quieren y desean volver a unirse a la misma naturaleza que les vio nacer y desarrollarse.